macmuseo
Uma paragem ao longo do caminho.
Un alto en el camino.
En lo más profundo del barranco de la Hoz, el viajero animoso que hasta aquella lejanía se aventure encontrará otra maravilla en su interior: el santuario de Nuestra Señora de la Hoz, que supone un motivo de gran interés su visita detenida.
La historia del santuario tiene todos los ingredientes de los real y lo imaginado: dice la tradición que, poco después de la reconquista, a principios del siglo XII, un vaquero de Ventosa había perdido una de sus reses, y anduvo buscándola todo el día sin hallarla. Al internarse por la Hoz del Gallo se le hizo de noche y creyó estar también el perdido. Al rato vio salir luz de entre unas rocas; acudió, y vio cómo sobre un pedestal rocoso se encontraba una pequeña imagen de la Virgen. Acudió luego al pueblo, y tras varias deliberaciones, se decidió llevar la talla a Molina, colocándola en la iglesia mayor de la villa. Pero al día siguiente, la Virgen había desaparecido de su nuevo altar y volvió a aparecer en el barranco. Esto ocurrió por dos o tres veces. Al final, se decidió levantar alguna ermita o santuario en el mismo enclave donde se apareció al vaquero de Ventosa. La devoción hacia la Virgen de la Hoz creció muy pronto, o fue alentada, como patrona de la Vega del Gallo, de la ciudad de Molina, y del Señorío o Común entero, que pronto también inició sus romerías hacia este lugar.
Allí se instalaron, en el siglo XII, algunos monjes o canónigos regulares de San Agustín, quizás venidos de Francia, pues el obispo seguntino don Joscelmo adquirió el lugar de su dueño, el conde molinés don Pedro Manrique de Lara, en 1272. Estos hombres, mitad religiosos, mitad guerreros, edificaron el templo para la Virgen bajo la misma roca monumental, y junto a él pusieron su refugio claustral, pequeño monasterio, con hospedería para los romeros. Se constituía así un típico enclave mariano que levantó devoción por todo el territorio molinés. La tradición quiere que aquí hubo también caballeros templarios cuidando del lugar, pues al parecer esta Orden fue dueña de los enclaves de Ventosa y Cañizares. Lo cierto es que de esto no queda documentación alguna, y sí se sabe que ya mediado el siglo XIV, la Hoz era propiedad del monasterio cisterciense de Ovila, que aquí puso algunos de sus monjes blancos para cuidar, material y espiritualmente, del enclave.
Nas profundezas da ravina de la Hoz, o jogo até que o viajante distância que se aventura encontrar outra maravilha interior: o santuário de Nossa Senhora de la Hoz, que é uma questão de grande interesse a sua visita de lazer. A história do santuário tem todos os ingredientes de o real eo imaginado: a tradição diz que logo após a reconquista, no início do século XII, um vaqueiro Ventosa tinha perdido um de seus animais, e foi procurar por ela durante todo o dia encontrá-lo. No momento da admissão pela Hoz del Gallo-lhe que era noite e pensei também ser perdidos. Depois de um tempo eu vi a luz para fora entre as pedras; ele foi e viu em um pedestal rochoso uma pequena imagem da Virgem era. Ele então foi para a aldeia, e depois de várias discussões, foi decidido para trazer o tamanho de Molina, colocando-o no maior igreja na aldeia. Mas no dia seguinte, a Virgem tinha desaparecido de seu novo altar e reapareceu na ravina. Isso aconteceu duas ou três vezes. No final, decidiu-se erigir uma capela ou santuário no mesmo local onde ele apareceu para cowboy Ventosa. Devoção à Virgen de la Hoz cresceu muito em breve, ou foi incentivada, como patrono da Vega del Gallo, da cidade de Molina, eo senhorio ou inteiro comum, que logo começou também peregrinações a este lugar. Não foram instalados no século XII, alguns monges ou Cônegos Regulares de Santo Agostinho, talvez vindos de França, como o Bispo Don Joscelmo Siguenza tomou o lugar de seu proprietário, o Conde molines Pedro Manrique de Lara, em 1272. Estes homens , metade religiosos, guerreiros meio, construiu o templo para a Virgem sob a mesma rocha monumental, e ao lado dele colocou o abrigo de clausura, pequeno mosteiro com hospício para peregrinos. um típico enclave devoção mariana que levantou em todo o território molines assim constituída. Diz a tradição que aqui foram também Templários guardando o lugar, porque, aparentemente, esta Ordem foi detida enclaves Ventosa e Cañizares. A verdade é que este não é um documento, e sabe-se que, desde meados do século XIV, la Hoz foi de propriedade do mosteiro cisterciense de Ovila, aqui ele coloca alguns de seus monges brancos para cuidar, material e espiritualmente, o enclave.



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